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La EPA y el mercado laboral español
Los datos de desempleo contemplados en la EPA del tercer trimestre han sido acogidos con un sorprendente optimismo. Se ha destacado que es la mayor bajada del paro en el tercer trimestre recogida en la serie histórica de la EPA y que la creación neta de empleo demuestra que la salida de la recesión es un hecho. No obstante, si el análisis de los datos ofrecidos por la EPA trasciende la mera superficie se ponen de manifiesto las principales contradicciones del funcionamiento del mercado laboral en España.
En primer lugar, la caída del número de desempleados, 195.000 personas, ha sido más intensa que la creación de empleo, que solo ha sido de 151.000. Esta dinámica responde a la caída de la población activa, fenómeno que tiene lugar desde hace varios trimestres y que ha servido para maquillar la elevada tasa de paro. En el último año, la tasa de paro ha descendido desde el 25,65% hasta el 23,67%. Pero mientras que el número de ocupados creció en 274.000 personas durante este periodo los desempleados descendieron hasta en 515.700. Por lo tanto, la caída de la población activa está contribuyendo a la reducción del paro en una magnitud similar a la creación de empleo.
Por otra parte, es necesario valorar el tipo de empleo que se está creando. Ni siquiera la devaluación que han sufrido los contratos indefinidos en términos de protección al trabajador tras las sucesivas contrarreformas laborales ha servido para cortar la sangría de destrucción de este tipo de empleo. En el tercer trimestre se firmaron 122.400 contratos temporales nuevos mientras que se rescindieron hasta 26.700 contratos indefinidos. Y el subempleo afecta ya, al menos, al 63% de los trabajadores con empleo parcial, que declaran haberlo aceptado tras buscar infructuosamente un empleo de jornada completa.
Por último, también es reseñable el papel que el sector público está desempeñando en el mercado de fuerza de trabajo: en el último año se destruyeron 17.700 puestos de trabajo en las diferentes administraciones y empresas públicas, buena parte de ellos vinculados a sectores de especial sensibilidad para el bienestar general de la población como sanidad y educación.
Por lo tanto, se ha alcanzado un tímido avance en términos de empleo a costa de profundizar en el grado de precariedad, lo que no demuestra sino la necesidad del capital de explotar a los trabajadores de manera cada vez más intensa.