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Pobreza y trabajadores pobres
Pobreza y trabajadores pobres es el título del informe publicado este mes de octubre por la Fundación 1 de mayo de Comisiones Obreras. En él se recoge toda una serie de indicadores que muestran de una manera inequívoca el proceso de regresión social que padecemos, que supone un deterioro de las condiciones de vida de la mayor parte de la población, la clase trabajadora. Al respecto hay tres consideraciones importantes a nuestro modo de ver.
En primer lugar, que la agudización de este proceso en el marco de la crisis no puede camuflar que su origen es muy anterior. En particular se agudiza a partir del vínculo creciente de la economía española con la actualmente llamada Unión Europea. Especialmente desde la puesta en marcha del Tratado de Maastricht y su culminación en el euro, cuya esencia es constituir el mecanismo de disciplinamiento para la imposición de las políticas de ajuste del FMI en Europa. Prueba de ello es el hecho de que entre 1978 y 2013 los salarios hayan pasado de representar un 67,5% del PIB a un 51,3% (datos de la Comisión Europea). Es decir, una pérdida de una sexta parte de la tarta.
En segundo lugar, que el carácter extremadamente grave de la situación en casos como el español o el griego no significa que la regresión social no afecte al conjunto de las economías europeas. Éstas también la padecen, sometidas como están a las directrices de las instituciones comunitarias de Bruselas, correa de transmisión cada vez más explícita del mandato del capital financiero estadounidense. La propia formulación de la troika no es sino un “caballo de Troya” que permite la entrada directa del FMI en Europa. Un caso muy elocuente de la extensión de esta regresión social es Alemania, en donde casi una cuarta parte de la población padece los llamados minjobs (salarios muy bajos y nula protección social) y en donde el riesgo de pobreza aumenta particularmente para la juventud.
Y en tercer lugar, que es importante no perder de vista, en ningún momento, que la pobreza es la expresión de la explotación y el desempleo. La pobreza que se recoge en el informe es la punta visible de un iceberg cuya forma se explica por la explotación y el paro. Indudablemente las mal llamadas políticas de austeridad (“mal llamadas” porque junto a los severos recortes en el gasto público social, incorporan asimismo gigantescos derroches de recursos fiscales en los rescates empresariales y particularmente bancarios) tienen una responsabilidad directa en el aumento de la pobreza. Pero estas políticas no son resultado de la casualidad, sino que obedecen a las exigencias de la acumulación capitalista hoy, en su estadio imperialista. Unas exigencias que suponen una destrucción de fuerzas productivas concretada sobre todo en la desvalorización de la fuerza del trabajo por la doble vía mencionada, más explotación y desempleo masivo.
El corolario de todo esto es que además de aumentar la pobreza relativa aumenta asimismo la pobreza absoluta. Por tanto no es sólo que cada vez haya una distancia mayor entre las posibilidades materiales de la sociedad y las condiciones de vida de la mayoría de la población, la clase trabajadora, sino también el retroceso absoluto de estas condiciones. Este proceso de pauperización, ligado de forma inextricable a las contradicciones crecientes del capitalismo, revela de forma dramática sus límites históricos.
Fuente: Pobreza y trabajadores pobres